En la Punta de Pirulil, en Cucao, es donde las almas buscan pasar al otro mundo, al otro lado del océano Pacifico, para ello deben subir hasta lo mas alto del acantilado y gritar pidiendo balseo. A este llamado acude un misterioso balsero (Tempilcahue) que en noches oscuras realiza este trabajo. Se cuenta de un extranjero que no creyendo esta tradición; una noche oscura acudió hasta el acantilado de Pirulil a gritar pidiendo balseo. A su llamado acude Tempilcahue, y reconoció que no era el alma de un difunto. Hoy, dicen los lugareños, que en las oscuras noches de tormentas; se puede escuchar entre el ruido del oleaje del océano rompiendo en los roqueríos la voz del alma de este incrédulo que quiso engañar a Tempilcahue, y se quedó rondando por este mundo.